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lunes, 11 de noviembre de 2013

AVARICIA

La avaricia es una manifestación del egoísmo más primitivo, siendo el apego una derivación avanzada de la avaricia.

La avaricia es el afán excesivo de acumular bienes materiales, la persona avariciosa es aquella que tiene mucho para dar (en sentido materialista) pero se niega a compartir lo que considera suyo a los demás.

La avaricia espiritual es el apego, cuando teniendo conocimiento y razón de sus sentimientos muestra incapacidad para compartir o dificultad para compartir cariño de las personas que son consideradas incorrectamente como propiedad de uno, por ejemplo los hijos, padres, pareja, etc.

El que sufre de apego sólo quiere querer a unos pocos y suele exigir que los demás hagan lo mismo.

Hay mucha gente que equivocadamente cree que ama y dice que sufre mucho porque ama mucho cuando en realidad lo que le ocurre es que sufre de apego y por apego.

Cuando una persona ama procura respetar el libre albedrío (propias decisiones sin causar daño ajeno) de la persona querida y el suyo propio, además intenta hacer lo posible para que la persona querida sea libre y feliz, aunque ello implique renunciar a estar con esa persona.

La persona que sufre de apego, padece, está pensando más en satisfacer su propio egoísmo que el bienestar de la persona querida, tendiendo a vulnerar el libre albedrío de la persona a la que supuestamente quiere, la retiene a su lado en contra de su voluntad o la coacciona para que haga lo que uno quiere, obstaculizando al máximo las relaciones con otros seres a los que considera su competencia.

La persona que ama es aquella que no es posesiva con la persona amada, ni se molesta porque la persona amada quiera también a otras personas. El amor autentico no se gasta.

Querer cada vez a más personas no significa que se quiera menos al resto aunque el apego sí nos hace creer que es así, que lo que se da a los demás se nos quita a nosotros.

La persona con apego exige, obliga, manipula y fuerza los sentimientos, siempre espera algo a cambio de lo que hace y sólo da por interés, a condición de que se le dé primero lo que ha pedido.

El amor se da incondicionalmente y deja libertad a los sentimientos. No obliga, ni fuerza, ni exige nada a cambio de la persona  a la que ama.

El apego es como una cadena, una jaula que aprisiona al objeto del apego, convirtiendo en carcelero al que se deja llevar por él porque el que sufre de apego ni vive ni deja vivir.

El apego está muy arraigado en nuestra cultura y se confunde a menudo con el amor. El apego no es amor. Y para avanzar en el amor hay que abrirse a compartir, dar sin esperar nada a cambio.

El apego se inicia en  la etapa de la vanidad y no se supera hasta el final de la etapa de la soberbia.

Para vencer la avaricia es por medio de la generosidad, tanto a nivel material como espiritual. Se vence compartiendo lo que uno tiene con los demás.

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