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viernes, 27 de abril de 2018

Justicia

Hace unos años tuve la osadía de denunciar en los tribunales un caso de discriminación sexual cuando la empresa para la que trabajaba no respetó mi derecho a una excendencia por cuidado de hijo. 
Me sentía mal si no denunciaba y también me sentía mal al denunciar, pero hice esto último con la esperanza de que al menos se me reconociera este derecho y luchar por ello. 
Mi sorpresa y mi paso a tomar medicación para la ansiedad y la depresión durante una buena temporada, fue la sentencia. En ella se afirmaba (la verdad que no la he podido releer nunca en los últimos 10 años) que yo era poco menos que una ambiciosa y que lo único que pretendía era obtener dinero, en fin, que me quedé con una sensación de desamparo que ahora soy incapaz de describir.
Por esto, aunque con las claras diferencias entre ambos casos, me imagino lo que tiene que estar sufriendo la chica que ahora ve como después de algo tan brutal y vejatorio que le han hecho y atreverse a denunciarlo, puede que hasta los responsables salgan de rositas.

Algo no funciona.


El mundo no está en peligro por las malas personas sino por aquellas que permiten la maldad. Albert Einstein



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