Hoy siento que vivo por inercia, por rutina, por costumbre. Incluso cuando comienzo algo nuevo me planteo algunas metas a conseguir pero también doy por sentado determinadas cosas que son perjuicios para mi mismo, eso me quita las ganas de continuar mis sueños...
Todo parece fácil, y no lo es. Cuando me faltan las fuerzas o energías para llevar a cabo un proyecto siento el fracaso y me extravio en infinitos caminos porque en ocasiones me siento tan inútil, tan mediocre o tan bocado al desastre. La invasión de esas curvas peligrosas en mi mente hace que mi percepción de la vida misma es complicada, compleja, abstracta y en ocasiones se vuelve incontrolable, en algunos casos puede llegar a ser tenebrosa y muy terrible.
Siempre existe la lucha interna para encontrar sentido a esta vida. Ahí está la razón de pro para luchar por cuidar las relaciones de familia, amigos, compañeros y la gente que se cruza en tu camino a diario. Luchar por alcanzar las metas que nos proponemos. Luchar por sanar las heridas. Luchar por encontrar un hueco en este planeta tierra. Luchar por ser felices y querer sentir la felicidad de las personas que te rodean o simplemente luchar por querer hacer el bien.
La vida siempre nos tiene deparadas muchas sorpresas, no todas agradables, pero que sin duda tenemos que afrontar para llegar a ser quienes en verdad queremos ser.
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