La historia de la humanidad eliminó la esclavitud, y no estuvo motivada por una manifestación de inquietud
humanista ni mucho menos. Tras los ropajes de buenas intenciones, se
esconde la nueva visión económica. Y por ese mismo motivo la esclavitud,
sin su nombre y sin las leyes claramente opresoras y denigrantes que la
configuraban, sigue existiendo actualmente a través de las relaciones laborales que
fomentan la sobreexplotación, el parasitismo empresarial y las cada vez
mayores bolsas de pobreza y marginación, facilitados por toda la ruin caterva que firma en nombre del pueblo.
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