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martes, 23 de junio de 2015

Historia de San Gustirrinín II parte

Para la década de 1920, en los hogares norteamericanos había más vibradores que tostadoras; y aunque desaparecieron de las consultas de los médicos, seguían considerándose aparatos clínicos para proporcionar relax a las "histéricas" más inquietas.
La buena imagen y reputación de los vibradores cambió completamente a mediados del siglo XX por dos razones.
Primero porque en 1952la Asociación Americana de Psiquiatría declaró oficialmente que la histeria femenina no era una enfermedad legítima, sino un mito anticuado, y el segundo motivo fue que la popularidad del cine hizo que las películas pornográficas tuvieran más difusión, y varias de ellas mostraban actrices utilizando el vibrador como juguete sexual y la gente los empezó a ver como objetos de perversión.
Esto originó que los vibradores desaparecieran de las revistas femeninas, catálogos y estantes de tiendas populares como Sears, donde se habían vendido durante casi medio siglo.

A mediados de la década de 1970, en plena explosión del feminismo, la sexóloga americana Betty Dodson empezó a utilizar vibradores en sus talleres de salud sexual femenina y poco después los aparatos fueron reapareciendo en los estantes de farmacias especializadas, y no únicamente en los sex shops. También recibieron otro gran impulso en 1986, cuando el Dr. Everett Koop lo incluyó en una lista de prácticas de sexo seguro dentro de un folleto de prevención del SIDA que se envió a los 107 millones de hogares estadounidenses, siendo este el mayor correo enviado en la historia de ese país.
Estos aparatitos han ido evolucionando a la par de la tecnología y hoy es posible encontrarlos hasta como un accesorio para el IPod, el cual vibra al compás de los sugerentes ritmos musicales

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