Hoy cuento mis años (cuarentena) y descubro que tengo menos tiempo para vivir de
aquí en adelante que el que viví hasta ahora.
Me siento como aquella joven que ganó una caja de bombones;
los primeros los comió con displicencia pero, cuando percibió que quedaban
pocos, comenzó a consumirlos lentamente y a disfrutarlos más.
Ya no tengo
tiempo para lidiar con mediocridades.
No quiero estar en reuniones donde desfilan egos inflados.
Desprecio a los oportunistas y a las personas mentirosas.
No tolero a los envidiosos
que tratan de desacreditar a los más
capaces para apropiarse de sus lugares,
talentos y logros.
Ya no tengo tiempo para proyectos megalomaníacos.
No participaré en conferencias
que establecen reglas engañosas para erradicar la miseria en el mundo. No quiero que me inviten a eventos
donde se pretende solucionar los
problemas del siglo XXI. Ya no tengo tiempo
para reuniones interminables donde se discuten: estatutos, normas, procedimientos y políticas, sabiendo que no se va a lograr nada.
Ya no tengo tiempo para soportar a melindrosas y piojosas personas que, a pesar de su edad cronológica, son unos inmaduros.
No quiero ver las agujas del reloj avanzando en reuniones de "confrontación",
donde solo “ponemos sobre la mesa” las
opiniones de los poderosos.Me molesta
ser testigo de los defectos que genera la lucha por el “majestuoso” cargo de Director.Recuerdo
ahora a Mário de Andrade, que afirmó:
“Las personas no discuten los contenidos, solo sus
títulos".
Mi tiempo es escaso como para discutir títulos; quiero la esencia.
los pensamientos sobre la mesa, pero con esencia!!
ResponderEliminarmuy bueno....