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viernes, 7 de febrero de 2014

“Si el pensamiento no barre la casa por dentro, no es pensar”

La familia es un ámbito educativo más, donde las niñas y los niños aprenden un conjunto importante de formas de relacionarse con la realidad.

El orden establecido entre los hombres y las mujeres de cualquier unidad de convivencia es, en cierta medida, responsable del significado que le dan a su sexo las niñas y niños que comparten ese espacio.

Es importante que madres y padres entiendan que no basta con estudiar y aplicar conceptos. Además, es conveniente pararse, antes de nada, a revisar si en casa existe una coherencia real entre discurso y comportamiento.

Las niñas y los niños se impregnan y empapan mucho más de gestos, comentarios, actitudes, decisiones y reacciones cotidianas que de una charla puntual que se tenga con ellos.

En las familias, se pone en juego la responsabilidad de los adultos de educar, mirando el mundo y mirándose a sí con apertura al cambio, haciéndose las preguntas cada una y cada uno: ¿Hasta qué punto vivo mi ser mujer/hombre de una manera libre?, ¿Qué lugar ocupa el machismo en mi vida?, ¿Soy yo enteramente responsable de las decisiones que vaya tomando en su vida mi hija o hijo en relación con su ser mujer u hombre?

La violencia contra las mujeres y las niñas es el resultado de una cultura que aún hoy es todavía machista. Pero está en nuestras manos cambiar esto, porque somos mujeres, somos hombres y somos cultura.

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