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martes, 18 de febrero de 2014

¡Al ataque!

¡Vaya reunión que he tenido esta mañana!. 

Los jefes tirándose las flores unos a los otros de lo bien que hacen las cosas, superdivertida, cachonda y risotada va y viene hasta que alguien le muestra la realidad imperante. En un instante, como si estuviéramos en el cine, pasamos de una película de humor y rosa a una de pistoleros y suspense.

En ese momento y circunstancias, es cuando desarrollo la máxima expresión de libertad, echo fuera miedos, limitaciones y tabúes. Relajadamente y con mucha pausa, expongo (pormenorizo) todos los vicios que se esconden en todas sus bravuconadas de insatisfacción de cada uno de mis superiores (tres contra uno). 

La tensión se estaba haciendo irrespirable como un baño con 100 fumetas, compruebo que los ojos de los jefes están desorbitados como hienas en busca de carnaza, simplemente esperando un mínimo detalle de flaqueza, debilidad para destriparme en canal.

Entonces les hablo que nunca olviden que en medio del bosque, cuando hay un incendio es difícil encontrar la salida; alguien que está afuera, desde la montaña, te puede orientar muy bien.

Son nuestros pensamientos que habitan en nuestra mente los que nos darán una perspectiva de cómo veas, tengas, sientas o padezcas tu vida, así será la interpretación de tus relaciones con el entorno, así tomarás  tus decisiones y así experimentarás tus emociones.

Sí, alguna vez, observas a un niño con un martillo entonces es porque todo el mundo parece un clavo.

Muy relajadamente me levanto para dar por finalizado  por mi parte la reunión de puntos inútiles e impotentes, además para sosegar al corralito de leones añado una frase que me encanta;

 "Buscar respuestas a las preguntas imposibles es como ver a un perro corriendo en círculos tratando de alcanzar la cola". 

Efecto sedante y narcótico para un final feliz de pelicula




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