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jueves, 19 de julio de 2018

La elección de los amigos II parte

"Con todo, vive de tal manera que no te confíes a ti mismo más que lo que podrías confiarle  incluso a tu enemigo pero, fuera de ciertas cosas que por costumbre se mantienen en secreto, debes compartir con tu amigo todos tus pensamientos y todas tus preocupaciones. Le hará fiel si le consideras fiel, pues se enseña a engañar cuando se teme ser engañado, y sospechando se concede el derecho a ser infiel. ¿Por qué he de contener mis palabras en presencia de mi amigo? ¿Por qué no he de considerarme solo cuando estoy con él? Hay personas que cuentan a todo el mundo lo que solamente debían confiar a los amigos, y descargan lo que les oprime en los oídos del primero que se encuentran; a otros, por el contrario, les asusta hacer confidencias incluso a sus seres más queridos; si pudieran, no confiarían ni siquiera en sí mismos, y guardan en su interior todos sus secretos. No debe hacerse ni lo uno ni lo otro, porque es tan perjudicial confiar en todos como no confiar en ninguno; aunque diría que el uno es un vicio más honesto, y el otro más seguro. Reprenderías igual a quien se agitase continuamente y a quien permaneciese en perpetuo reposo porque, a decir verdad, la actividad que se agita tumultuosamente no es diligencia, sino comezón de espíritu inquieto, y el reposo que no puede soportar ninguna agitación no es quietud sino flojedad y languidez.
Así pues, graba en tu memoria esto que leí en Pomponio: 
"Hay personas que se refugian hasta tal punto en la oscuridad, que todo lo que es luz les parece confuso". Estos dos extremos deben alternarse entre sí: el ocioso debe actuar, y el que actúa debe descansar. Consulta a la naturaleza y te dirá que ha hecho el día y la noche"

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