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lunes, 28 de mayo de 2018

Un Buda de nariz negra


Una monja que buscaba iluminación hizo una estatua de Buda y la recubrió con pan de oro. Adondequiera que iba llevaba aquella estatua dorada de Buda consigo.
Transcurridos los años y, todavía con su Buda a cuestas, la monja fue a vivir a un pequeño templo en una región donde había muchos Budas, cada uno con su santuario particular.
La monja deseaba quemar incienso ante el Buda dorado. Como no le gustaba la idea de que el perfume alcanzara a las otras imágenes, ideó un embudo a través del cual el humo ascendería tan sólo a su estatua. Esto ennegreció la nariz del Buda dorado, dándole un aspecto especialmente feo.

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