Eran tres hermanos huérfanos de padre que, tras independizarse, habían logrado convertirse en millonarios, cada uno por su lado. Uno vive en Nueva York, otro en Londres y el otro en Sydney. Total que no se habían visto en años y decidieron reunirse para visitar a su anciana madre.
Quedaron en el aeropuerto y, de camino a la casa, hablaron de los regalos que, gracias a sus fortunas, habían podido hacerle a su madre.
Hermano de Nueva York.-"hice que construyeran a mamá una mansión con 10 suites, un salón de 300 metros cuadrados, piscina, campo de golf privado".
Hermano de Londres.-"Yo le mandé un Rolls Royce y una limusina con un servicio de chófer a mi cargo disponible las 24 horas del día".
Hermano de Sydney.-"Pues yo creo que os gano a los dos. Ya sabéis lo religiosa que es mamá y cuánto disfruta leyendo la Biblia, pero que cada vez ve peor. Bien, pues le envié un loro superdotado que se sabe de memoria la Biblia. Para que la aprendiera, tuve a 12 monjes franciscanos trabajando 15 horas diarias, que me cobraban más de un millón de euros por año, durante 20 años. ¡Pero valió la pena! Mamá sólo tiene que decirle el versículo que quiere oír y el loro se lo recita".
Cuando llegaron por fin, la madre los estaba esperando para darles las gracias.
Madre.-"Andrés, la mansión que construiste es tan grande. Yo vivo en un solo cuarto, ¡pero me paso el día limpiando!".
Madre.-"Miguel, estoy demasiado cansada para salir, así que me quedo en casa todo el tiempo y nunca uso los coches".
Madre.-"Luis, tú sí que sabes lo que le gusta a tu madre. ¡El pollo estaba delicioso!".
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