La solución cooperativa para una situación
competitiva requiere más compromiso y creatividad que la escalada o la
antítesis. Va más allá de la autodefensa, pero persigue encontrar un terreno
común de necesidades que ambas partes puedan satisfacer. Ese terreno común se
puede encontrar o no.
En un juego de «suma cero», por ejemplo, no existe dicho terreno. Una situación de suma cero, por definición, es una situación en la que si yo gano tú debes perder, y viceversa; lo que yo gane (o pierda) sumado a lo que tu pierdas (o ganes) siempre es igual a un gran y redondo cero. Por ejemplo: si me apuesto 5 € contigo y ganas, mi pérdida (-5 €) sumada a tu ganancia (+5 €) da un igual de cero.
En un juego de «suma cero», por ejemplo, no existe dicho terreno. Una situación de suma cero, por definición, es una situación en la que si yo gano tú debes perder, y viceversa; lo que yo gane (o pierda) sumado a lo que tu pierdas (o ganes) siempre es igual a un gran y redondo cero. Por ejemplo: si me apuesto 5 € contigo y ganas, mi pérdida (-5 €) sumada a tu ganancia (+5 €) da un igual de cero.
Situaciones como ésta se dan en la vida real,
pero no con la frecuencia que creemos. Por ejemplo, si estamos dos en un avión
y sólo hay un paracaídas, es razonable decir que en el caso de tener que
saltar, yo pierdo si tú ganas. Pero todavía podría ganar dejándote el
paracaídas, convirtiéndome en un héroe, y obteniendo una recompensa póstuma que
ayudará a mi familia a sobrevivir.
Y tú podrías ganar siguiendo vivo, o perder
sintiéndote culpable para el resto de tu vida. Todo depende de lo que se esté
sumando, ganando o perdiendo. Si todo lo que está en juego es el dinero,
entonces toda situación será de suma cero, lo que explica por qué en una
sociedad materialista tendemos a verlo todo bajo esa luz.
Pero el dinero no es todo lo que está en juego
entre la gente incluso en las transacciones comerciales donde como en cualquier
otra área de las necesidades humanas, tu ganancia necesita no ser mi pérdida.
Por ejemplo, en el caso del vendedor de coches, el dinero es probablemente el fondo de la cuestión. Estás comprando un
coche tal cual está; sin garantías. Tu éxito al pagar menos es el fracaso del
vendedor por ganar más.
Pero digamos que estás vendiendo el coche a tu
vecino. Quieres seguir siendo capaz de cruzarte con él, pedirle una taza de
azúcar, e incluso pedirle el coche de vez en cuando. En el futuro, puedes
venderle o comprarle algo más, y quieres que el sentimiento de buena vecindad
prevalezca entre ambos. Quieres ser justo y disfrutar del buen sentimiento que
trae consigo el actuar con principios. La cantidad exacta que cambia de manos
no lo es todo en la transacción. Si se hace un trato justo, ambos ganáis porque
ahora él tiene un buen coche, tú obtienes una suma de dinero, y también os
tenéis en estima el uno al otro. El aprecio mutuo puede generar regalos futuros,
favores, intercambios y trueques, que merecen la pena incluso si sólo se cuenta
por el dinero, un gran trato mayor que los pocos euros extras que podrías
obtener haciéndole juegos de poder a tu vecino.
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