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martes, 1 de septiembre de 2015

Suma 0

La solución cooperativa para una situación competitiva requiere más compromiso y creatividad que la escalada o la antítesis. Va más allá de la autodefensa, pero persigue encontrar un terreno común de necesidades que ambas partes puedan satisfacer. Ese terreno común se puede encontrar o no. 


En un juego de «suma cero», por ejemplo, no existe dicho terreno. Una situación de suma cero, por definición, es una situación en la que si yo gano tú debes perder, y viceversa; lo que yo gane (o pierda) sumado a lo que tu pierdas (o ganes) siempre es igual a un gran y redondo cero. Por ejemplo: si me apuesto 5 € contigo y ganas, mi pérdida (-5 €) sumada a tu ganancia (+5 €) da un igual de cero.

Situaciones como ésta se dan en la vida real, pero no con la frecuencia que creemos. Por ejemplo, si estamos dos en un avión y sólo hay un paracaídas, es razonable decir que en el caso de tener que saltar, yo pierdo si tú ganas. Pero todavía podría ganar dejándote el paracaídas, convirtiéndome en un héroe, y obteniendo una recompensa póstuma que ayudará a mi familia a sobrevivir.

Y tú podrías ganar siguiendo vivo, o perder sintiéndote culpable para el resto de tu vida. Todo depende de lo que se esté sumando, ganando o perdiendo. Si todo lo que está en juego es el dinero, entonces toda situación será de suma cero, lo que explica por qué en una sociedad materialista tendemos a verlo todo bajo esa luz.

Pero el dinero no es todo lo que está en juego entre la gente incluso en las transacciones comerciales donde como en cualquier otra área de las necesidades humanas, tu ganancia necesita no ser mi pérdida.

Por ejemplo, en el caso del vendedor de coches, el dinero es probablemente el fondo de la cuestión. Estás comprando un coche tal cual está; sin garantías. Tu éxito al pagar menos es el fracaso del vendedor por ganar más.

Pero digamos que estás vendiendo el coche a tu vecino. Quieres seguir siendo capaz de cruzarte con él, pedirle una taza de azúcar, e incluso pedirle el coche de vez en cuando. En el futuro, puedes venderle o comprarle algo más, y quieres que el sentimiento de buena vecindad prevalezca entre ambos. Quieres ser justo y disfrutar del buen sentimiento que trae consigo el actuar con principios. La cantidad exacta que cambia de manos no lo es todo en la transacción. Si se hace un trato justo, ambos ganáis porque ahora él tiene un buen coche, tú obtienes una suma de dinero, y también os tenéis en estima el uno al otro. El aprecio mutuo puede generar regalos futuros, favores, intercambios y trueques, que merecen la pena incluso si sólo se cuenta por el dinero, un gran trato mayor que los pocos euros extras que podrías obtener haciéndole juegos de poder a tu vecino.

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