La ley de la oferta y la demanda en economía determina que el valor de algo
está no sólo en función de la necesidad que alguien pueda tener de un bien,
sino también en la escasez relativa de dicho bien.
Hace tiempo, la gente descubrió
la ventaja que suponía obtener control sobre algo fácilmente disponible y
necesario, y retenérselo a los demás. Creando una escasez artificial de algo
que las personas quieren, no importa lo disponible que pueda estar, la persona
que controle ese bien será capaz de obtener grandes beneficios.
Se han
producido recortes artificiales sobre mercancías como la gasolina, luz diamantes,
metales, alimentos, textiles, agua y en muchos otros bienes creando monopolios
que los pusiesen fuera del alcance de la gente. Durante estos recortes, las
personas compran y acumulan estos artículos incluso si tienen que pagar un alto
precio por ellos. La ley de la oferta y la demanda es tan poderosa que se han
tenido que aprobar leyes antimonopolio para proteger al pueblo de esta clase de
explotación por parte de empresas especuladoras.
La forma en que la escasez y
la ley de la oferta y la demanda nos afectan se aplica no sólo a artículos
esenciales como la gasolina, el agua, la comida o materias primas, sino también
a necesidades psicológicas como el contacto humano y la afiliación.
Eric Berne definió la caricia como la unidad de reconocimiento social. Una
caricia positiva es la unidad de afecto humano o amor. Una caricia negativa
es la unidad de aversión humana u odio. Ambas son formas de reconocimiento.
Los
bebés necesitan reconocimiento o caricias para su supervivencia física, y a
medida que crecen, aunque pueden sobrevivir físicamente sin caricias, las
necesitan para mantener su salud psicológica. Las caricias son esenciales para
la supervivencia y el bienestar. La investigación prueba de forma abrumadora
que las personas que tienen filiaciones positivas que les proveen de caricias
viven más tiempo, tienen menos enfermedades y se recuperan de éstas más
rápidamente. En particular, son menos propensas a desarrollar enfermedades de
corazón y más propensas a sobrevivir y a recuperarse tras un infarto. Las
caricias positivas podrían estar disponibles libremente: excepto por las
limitaciones impuestas por el tiempo o por las carencias de las personas, el
suministro de reconocimiento humano podría ser virtualmente ilimitado.
Incluso
las caricias positivas resultan escasas por una economía artificial que reduce
su circulación y disponibilidad. ¿Por qué el amor, que debería estar libremente
disponible, es normalmente tan escaso?.
Esto es el resultado de una serie de
reglas, que denomino la «Economía de Caricias», impuestas desde nuestra primera
infancia, que adoptamos y traspasamos a nuestros propios hijos. Estas reglas,
que restringen el intercambio de caricias entre las personas son;
1.-No pidas caricias que quieras recibir.
2.-No des caricias que quieras dar.
3.-No aceptes caricias que quieras recibir.
4.-No rechaces caricias que no quieras.
5.-No te des caricias a ti mismo.
1.-No pidas caricias que quieras recibir.
2.-No des caricias que quieras dar.
3.-No aceptes caricias que quieras recibir.
4.-No rechaces caricias que no quieras.
5.-No te des caricias a ti mismo.
Cuando se siguen estas reglas, el efecto que se
obtiene es el de reducir dramáticamente el contacto humano positivo.
Debido a la obediencia a las reglas de la Economía de Caricias, los
muy necesarios amor y afecto resultan escasos y por tanto valiosos, en la misma
medida que bienes como la comida, la tierra o el agua potable son valiosas.
Pero el agua, la comida o la tierra, son normalmente escasas ya que no hay
suficiente para todos los que las quieren, mientras que las caricias son
escasas sólo de manera artificial.
Por esta escasez artificial, la gente está
deseando trabajar durante largas jornadas, pagar dinero, embarcarse en negocios
y trueques, y viajar grandes distancias para obtener las caricias que
necesitan. Y cuando las caricias positivas escasean las personas también
persiguen caricias negativas, que al menos sirven para proveer estímulos y reconocimiento
humano, aunque sea doloroso y tóxico.
Por ejemplo: Pepe consigue pocas caricias de Julia o de su trabajo. Pierde el contacto
humano positivo, y gasta grandes cantidades de dinero yendo a bares a beber
para relajarse y ser capaz de tener algo de diversión con otros colegas de
barra. También tiende a gastar demasiado en ropa nueva y conduce coches caros,
ya que cree que lo hacen más atractivo. Cuando fuma, se imagina a él mismo como
un astuto criminal al estilo de los Corleone, y piensa que lo hace más
interesante. Todo esto le cuesta más dinero del que puede ganar y le hace
mantenerse en un puesto de trabajo que no le gusta. Incluso visita
ocasionalmente una sala de masajes donde se gasta el sueldo de medio día de
trabajo por media hora de conversación y masaje con una prostituta.
Pepe y Julia discuten a menudo. Muchas de sus peleas con Julia comienzan como
intentos rebuscados para obtener las caricias que ambos necesitan; a menudo se
implican en lo que llamo "juegos de Alboroto" que comienzan como un intento de conseguir
afecto y terminan produciendo odio. Todas estas situaciones desagradables son
el resultado del hambre insatisfecha de caricias de Pepe (y de Julia),
causada por la incapacidad de obtenerlas de forma sencilla y directa.
Una persona
que esté bien surtida de caricias y que no esté bajo la presión del hambre de
caricias es menos propensa a sucumbir a los juegos de poder basados en los
miedos a la escasez de caricias.
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