La relación más importante de
nuestra vida es la que tenemos con nosotros mismos y, por desgracia, es una que
la mayoría de las mujeres manejan muy mal.
Son demasiado duras al juzgarse y eso les
afecta.
Creen que si tuvieran
suficientes logros, que si fueran delgadas o mucho más bellas o adineradas
podrían, como por arte de magia, modificar su diálogo interno y convertirlo en
una declaración de fortaleza, riqueza espiritual y amor.
Al final lo entendí, las
mujeres son muy duras consigo mismas, sin importar cuáles sean las circunstancias
externas. Invariablemente se enfocan en hacerse daño mutuo, tanto por las
pequeñas imperfecciones, como por los errores mayores, y eso no les ayuda a ser
más exitosas, a sentirse más satisfechas y, ni siquiera, a ser más productivas.
Querido Odyseo, esta dureza con nosotras mismas nos viene marcado desde hace mucho tiempo, siempre buscando la perfección en todo
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