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viernes, 25 de julio de 2014

Hablar sexo con tu hijo


Por naturaleza, los niños de 3 a 4 años sienten la misma curiosidad por saber para qué sirve el pene como por qué el cielo es azul.

 La sexualidad y los órganos genitales no tienen ningún peso emocional adicional para los niños de esa edad. Es por eso que a veces sueltan preguntas escandalosas mientras esperan en la cola del banco. Contestar las preguntas simple y claramente puede preparar el terreno para asegurarte de que tú sigas siendo la fuente de información principal para tu hijo a medida que pasen los años. Preguntará acerca de lo que esté listo para escuchar, así que debes estar preparado para contestar sus preguntas cuando surjan. 


Lamentablemente esto es más fácil de decir que de hacer. Tenemos tantos sentimientos —vergüenza, culpa, confusión— relacionados con el sexo que frecuentemente hacemos un mal trabajo al hablar al respecto. Aquí tiene algunas pautas para manejar el tema cuando surgen las preguntas difíciles. 



No compliques las cosas. 

Los niños no quieren todos los detalles. Por ejemplo, "Un óvulo de la mamá y un espermatozoide del papá se juntan y hacen un bebé que crece en un lugar especial llamado útero", es una respuesta simple a "¿Cómo se hacen los bebés?". 


Puedes responder a la pregunta "¿Por qué mi hermano tiene pene y yo no?" diciendo simplemente "Los varones tienen penes y las nenas tienen vaginas".

 No le digas más de lo que realmente quiere saber. 

Si ofreces una respuesta, espera la pregunta siguiente. Si no hay otra pregunta, probablemente le has dado suficiente información hasta ese momento. También le has hecho saber a tu hijo que puedes manejar las preguntas que vendrán. 

Es posible que un niño no absorba completamente lo que le digas la primera vez y repita las mismas preguntas una y otra vez. Puede estar pensando acerca de sus propias teorías y corroborándolas con sus datos. Cualquiera sea la razón, no pienses que has fallado si parece que tu hijo ha olvidado lo que ya le has dicho.

 Lo que necesita son respuestas coherentes y directas. 

No esperes necesariamente a que te pregunten.

En mi infancia, los padres planificaban "la charla". Generalmente éste era un intento único por explicar de dónde vienen los niños. Eso ya no es apropiado, si acaso alguna vez lo fue. Mejor es mantener charlas constantes en un nivel de comprensión acorde a tu hijo. 

Puede que hayas escuchado que debes esperar hasta que tu hijo haga preguntas específicas, y ése es un buen consejo. Sin embargo, si ha llegado al jardín de infantes y todavía no ha preguntado nada, trata de sacar el tema tú mismo. 

Usa cualquier situación que se presente naturalmente para iniciar una conversación. Por ejemplo, puedes decir "¿Ves esa señora con la panza grande?" Está embarazada. ¿Sabes qué significa eso?" 

No entres en pánico 
La misma curiosidad que hace que los niños hagan preguntas también los lleva a explorar y compararse con los otros. Si encuentras a tu hijo "jugando al doctor" con un amigo, recuerda que éste es un juego inocente. Explícale con calma que las partes privadas son sólo eso: privadas, y que no son para compartir con otros. 

Los niños pequeños y en edad preescolar con frecuencia descubren que tocarse puede ser placentero. Suelen hacer esto cuando están cansados, cuando miran televisión o cuando se están durmiendo. La masturbación es normal y no es perjudicial. Lo que debes hacer cuando ves a tu hija frotándose contra una almohada o a tu hijo sosteniéndose como si tuviera una agarradera incorporada, es recordarles que aunque no hay nada malo en tocarse, debe hacerse en privado. No es malo, sólo es personal. 

No tienes que saber todo 
Cuando las preguntas no vienen a cuento, puedes necesitar algunos minutos para dar una buena respuesta. Dile a tu hijo que esa es una pregunta difícil y que necesitas un momento o dos para pensarla. Esto es mejor que dudar y trabarse para contestar rápidamente, y luego decir algo que puedas lamentar después. Si estás perplejo, simplemente admite que no sabes la respuesta. 

Cuándo preocuparse 
Mientras que la curiosidad y la exploración son normales, la preocupación excesiva con temas sexuales o la masturbación persistente a pesar de sus esfuerzos por contenerla son preocupantes. Pueden ser un signo de perturbación emocional, de exposición a material sexual inapropiado o incluso de abuso sexual. Si estás preocupado, consulta a tu pediatra. La derivación a un psicólogo especializado en la evaluación infantil puede evitar problemas posteriores.

Si un compañero de juegos explora el cuerpo de tu hijo o si un niño mayor lo involucra en juegos sexuales, mantenlos separados. 

En mi opinión, debes mencionarle las razones a los padres del otro niño, aunque eso pueda despertar cierto enojo. 

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