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martes, 17 de junio de 2014

La luna llena

Salimos al balcón a fumar un cigarrillo, la sierra de frente, la luna acaba de salir detrás de la montaña. Es la luna llena de junio, distraída comienzo a contemplarla. Una brisa cálida invade el ambiente cargado de todo un día de calor sofocante, mi cuerpo está ya acostumbrado tras años de soportarlo.

La luna llena, en su apogeo, saliendo entre las nubes que la ocultaban, me tiene atrapada con su hechicera luz,absorta en mirarla. 

Él está a mi lado y yo en la luna.


De repente, vuelvo a la tierra con mis deseos más lunáticos y carnales atravesando mi cuerpo ávido de sensaciones y placer mundano.
Vuelvo de la luna con ganas de saborear la piel del hombre que está a mi lado, sentir esa premura que solamente responde al deseo. Girar mi cuerpo hacia él es un acto de requerimiento, necesidad, profundamente brota de mí un animal sexual, comerme su boca, sentir su lengua dentro, rozarme con él es despertar una fiera con instintos primarios y muy naturales.
La luna llena, con su magia y su vida, así estoy yo, llena de placer de vida, de sentimiento de amor y deseo, ya no soy dueña de mi cuerpo, el deseo puede ser satisfecho de manera inmediata, no lo puedo soportar, lo tengo que coger.

Él lo percibe, mis ojos me delatan, mi boca suplica. Cuando pone sus manos sobre mí, una corriente recorre todo mi cuerpo, llega hasta mi coño y palpita al ritmo de mi corazón. No hay palabras, solamente gemidos y placer. Me doy la vuelta y le ofrezco mi cuerpo, mi sexo para que lo disfrute como yo. Siento que entra en mí y penetra en el volcán en que me he convertido, mientras la luna nos mira, entra y sale de mí con fuerza, dando a la fiera el sexo salvaje que necesita. Un mar de sensaciones sube por mi espalda y baja de nuevo a mi sexo explotando de placer, mientras él me tiene bien agarrada, clavando sus dedos en mis caderas para penetrarme salvaje, fuerte, más y más placer para la noche de luna llena.

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