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lunes, 7 de abril de 2014

Frenesí en la ducha

¡La magia de la ducha!.

Es desconcertante mientras estás afeitándote que tu pareja pase a tu lado, te de un cachete en el culo con una mirada picarona, se desnuda y se meta en la ducha con esa sonrisa cómplice de deseo carnal.

Mientras coge el telefonillo y abre el  grifo imita que te besa  como si lo hiciera a hurtadillas, saca su graciosa lengua rosada mientras unos finísimos chorritos de agua masajean su boca, su lengua la estira al máximo,moviéndola en círculos, sencillamente está muy apetitosa.

Una invitación así es una tentación de difícil resistencia, sin excusas me quito la toalla que levo colgada mientras que ella me dice un No con el dedo indice. Demasiado tarde para hacer concesiones, intento abrir la puerta de cristal de la ducha pero ella agarra  al pomo como si le fuera la vida, forcejeo un poco y ella le pone más ganas no consiguiendo mi objetivo, Dibuja en su rostro una sonrisa de vencedora, eso me atenaza y me enerva. Le pregunto en plan hamletriano  " Follar o no Follar". Ella me responde "Jane no disponible".

¡Tocapelotas!. 

Me embarga una sensación de rabia contenida, me tiene hiperexcitado, estoy temiendo por la pérdida de control de mi mismo, reconozco que soy un primitivo que me guío por los instintos, quiero disfrutar del sexo con ella.

Su cabeza niega mis intenciones y lo peor es el dibujo de sus  gruesos y ardientes labios. Suelta una risotada  que extiende su vibración por todo el edificio de 8 plantas. Me siento abrumado y ridículo como un mono de feria, no soporto tal condena y me pongo a terminar de afeitarme con la intención de no cortarme y mostrarle un poco de indiferencia aunque mi pulso es nervioso y acelerado a la vez.

Dejo de mirarla directamente, me desquicia su burlesca sonrisa de triunfadora pero tengo un aliado el espejo que me ayuda a seguir a cada instante todos su movimientos en la ducha, observo como juguetea con el telefonillo como si fuera mi pene, se lo lleva hacia sus partes intimas, metiéndoselo entre sus piernas. Quiere que oiga su jadeo cuando presiona el agua en sus labios vaginales, ella me mira obscenamente mientras juega con inocencia con su nuevo descubrimiento.

Irremediablemente la espío, eso me acrecienta el grado de excitación, la encuentro sexy e irresistible, eso me transporta a aquella escena protagonizada por Kim Bassinger en nueve semanas y media en mitad de la noche rociada por una manguera. Mojada e indefensa bajo el agua, mi apetito sexual está en máximos revoluciones pero me contengo como un toro encerrado en una estrecha jaula.

Mi pene está desbordante debajo de la toalla mientras veo la presión de sus dedos de su boca y el agua masajeando sus otros labios.

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