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martes, 21 de enero de 2014

SENTIMIENTO DE VIDA

Uno no puede andar creyéndose todo lo que le dicen. 

Mientras siento la lluvia acomodándose a cada rincón del jardín, recuerdo algunas palabras: el agua es insípida, incolora, inodora.

Estas palabras son  rimbombantes y graciosas, pero siempre tuve la sospecha de que en una gota de agua cabían más “características” que las que se pueden enumerar en dos renglones de hoja.

 A través de los años he degustado cada lluvia cercana y las ideas se fueron empapando de nuevas hipótesis.

Si el agua huele no estoy seguro, pero puedo afirmar que tiene la capacidad de intensificar los aromas de las cosas y personas sobre las que cae. 

A quien tenga duda de eso, lo invito a acercar nariz a un caballo recién llovido, a respirarse la tierra, los árboles, las piedras, el verde, los pastos y todo lo que te rodea.

¿Sin color? Tal vez, pero como creerlo cuando la vemos jugar con la paleta completa de colores, al cruzarse con una gota de luz.

Y basta dejar abierta la boca, para atrapar en una gota todo el campo reverdeciendo y comprender el sabor de los caminos.

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